By | febrero 6, 2016

Dispositivos tales como tabletas, ordenadores, híbridos o contenidos digitales imperan en la enseñanza digital. Los libros quedan relegados a contenidos creados por el profesor, puede que reutilizados en un principio, de distintos formatos y mayoritariamente multimedia e interactivos.

De la misma forma que se dota de tecnología para soportar el nuevo modelo de enseñanza-aprendizaje, se debe dotar al profesor de una capacidad de observación digital. Pregúntate lo siguiente en relación a los alumnos y el uso de estas tecnologías disruptoras:

  • ¿Puedo saber qué hacen en un momento dado? (¿Para qué me sirve saberlo?)
  • ¿En qué estadio del proceso de aprendizaje se encuentran? (¿Cómo puedo ayudarlo a avanzar?)
  • ¿Qué contenidos ha visualizado? (¿En qué tiene problemas de aprendizaje?)
  • ¿Qué contenidos ha repetido? (¿Qué dudas tiene o qué no entiende?)
  • ¿Cuál es su tendencia de estudio? (¿Puedo ayudarle a no dejarlo todo para el último momento?)
  • ¿Con qué otro alumno ha interactuado? (¿Cómo es este alumno y cómo puedo personalizar su aprendizaje?)

El concepto de brecha analítica se refiere a no poder responder a las preguntas anteriores. La cultura analítica responde a las preguntas anteriores, dando énfasis a las que están entre paréntesis, aquellas que van más allá de lo mero cuantitativo o ilustrativo. También se le puede llamar ceguera analítica, puesto que la observación digital desaparece de algún modo u otro.

La brecha analítica corresponde a no saber recolectar o tratar las interacciones recolectadas de los alumnos en los entornos virtuales de aprendizaje.

Considerando la definición anterior, esto significaría no poder hacer ningún análisis para optimizar el contexto educativo. Su consecuencia inmediata es no saber qué ocurre, con lo que se traduciría en una falta de rigor y de conocimiento en el seguimiento, tutoría y evaluación del alumno.

La brecha analítica se equipara a la brecha digital en el sentido que se requieren una serie de competencias digitales en relación al uso de las herramientas tecnológicas adecuadas para recolectar, analizar y visualizar datos. No obstante, esta brecha va mas allá. Las competencias digitales solo son una de las requeridas para realizar un análisis de las interacciones de los alumnos.

A esto podemos hacer referencia a la relación entre los proveedores de soluciones analíticas y la necesidad de aprender a hacerlas por nuestra cuenta. Están lejos de ofrecer soluciones válidas, globales y asequibles para todos los niveles educativos. El desarrollo de las actuales herramientas de análisis accesibles para la gran mayoría surgen de desarrolladores individuales (tienen fecha de caducidad) o están integradas en las distintas herramientas de aprendizaje que se usan en el aula (apps y webs). Además, destacan por su limitación de ciertos aspectos de las métricas, análisis y visualización. No existe aún una herramienta capaz de ofrecer una experiencia total en la analítica del aprendizaje considerando todos los niveles educativos. No obstante, hay estándares como xAPI o IMS Caliper Analytics que están allanando el camino para que así sea.

Es por todo lo anterior que la necesidad de adquirir las competencias de la cultura del análisis del aprendizaje, y empezar a aplicar estrategias de análisis  de datos mediante el «háztelo tú mismo», urge en aquellos entornos en los que la tecnología se integra en las aulas. El modo de integrar esta cultura analítica puede desarrollarse desde distintos prismas, pero lo mas razonable es iniciar un primer paso formativo a tres niveles: directores, profesores y alumnos.

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